Publicado en La Gaceta Barrial, Octubre de 2012
“Vení, que es rock”. Y resulto
ser rock y en agosto. Cuando lean esto será agosto todavía, o quizás ya sea
septiembre. No importa. No diferencié el trayecto entre estar acostado con un dolor
naciendo en el fondo de los ganglios de mi garganta y el estar viajando en el 15 hasta el reducto palermitano
“El especial”.Algo lindo, el refrán, la máxima que Trepadores a pedal puso a modo de presentación en su página web:“todo hombre que pretenda
trepar, lo hará a pedal”.Gran frase, y como toda gran frase, primero es
bella porque nos gusta, luego podemos intentar deslizar alguna interpretación.
Es algo así como la música, la frase. La música es melodía, armonía y silencio.
El silencio no abundaba esa noche en “El especial”. Lo que abundaba era el
tiempo. Como todo espectáculo gratis, cuando se anuncia a las nueve, se
extiende a las diez, cuando se anuncia a las diez, se extiende a las once y así
sucesivamente…¿Será que cuando no hay entrada rápida de dinero, digamos, entradas
pagas, anticipadas
y se espera el desembolse en alcohol o picadas o pizzas, se
extiende todo a propósito? No seamos mal
pensados. ¡Qué mal pensado soy!
Tiempo muerto en la barra. Veo
pasar la cabeza saltarina del baterista floridense de trepadores a pedal,
Federico Mariluz. Es un ser adorable, algo hiperactivo, charleta: muchos
bateristas deberían aprender de su comportamiento. Es un baterista que no parece
ser baterista. Sigo en la barra. Tiempo muerto. Pido algo, no hay vasos, un
borracho se me acerca diciéndome cómo debo beber eso que pedí, si con un hielo
o dos, según el, yo no sé beber y demás. El borracho seguramente en un pasado
mejor fue somelier de whisky, sino no
me explico la impertinencia. Bañado en santidad: le dije que gracias por los
consejos y traté de esfumarme. Luego, escucho el sonido mágico. Ese sonido
familiar: a banda que está preparándose en el escenario; una mezcla perfecta de
acoples, murmullos, chistes tontos lanzados por conocidos de los músicos…
Ya estaban a punto de comenzar. Todo hombre que pretenda trepar, lo hará a
pedal, pensaba mientras me acomodaba
como podía en el único lugar disponible: justo enfrente de una puerta de vidrio
ubicada en medio de una habitación que oficia de sala. El vidrio resulta un
enemigo de toda acústica, pero recordemos, esto es “El especial”. Y uno le toma
cariño. Empezó. Era rock, efectivamente. Tenía la fuerza, la justeza del rock,
pero con toques ácidos de inteligencia. Un colorado es el guitarrista, Julián
Colla, y no sólo hace la única guitarra, sino algún que otro coro. Aquí la
banda destruye la leyenda de que los colorados son mala suerte. Salen airosos.
El Colorado da buena suerte a los Trepadores
a pedal. No lograba diferenciar, de qué canción se trataba. Era un combo
que citaba partes tanto de Spinetta como de Led Zeppelin. La banda apoda a esta
gema: “Winamp”. Sonaban con polenta. Movía el piecito; el bar se iba llenando de…
¿La pesada de trepadores? Si, hubo una tímida futbolización del público, pero
no llegaba a molestar, resultaba agradable y positivo. La banda se ajustó cada
vez más con el correr de las canciones. El baterista agradable le pegaba con
precisión a todo. “Un inodoro sin
cadena”, “Dos por uno”, y la balada “Mundos paralelos” se apoyaron en la banda
y en la personalidad de Martín Ezequiel Porley, la voz, que supo enfrentar con aplomo
a los micrófonos. Artefactos que dicha noche parecían estar creados para
molestar y no para amplificar al cantante. No importó demasiado. La música es
eso: una conjunción, una suma. Y los resultados no siempre se dan en formas
parejas. Todo hombre que pretenda trepar,
lo hará a pedal. Trepamos un rato por una canción macabra: “Autoextracción”.
De repente, ya no importaba la demora anterior, ni que fuera jueves. Seguía
moviendo el piecito. El gran final, fue un tríptico todopoderoso en el cual un
viejo zorro de las tres cuerdas, Brian Correa Conde, demostró cuánta
experiencia tiene en un instrumento que no tiene ni un siglo de vida: el bajo
eléctrico. El Colorado arrancó a darle y darle al Delay. Y pisando estos pedales ascendimos. Seguidos y
rápidos sonaron: “Que saltes” y dos covers, uno de Stone Temple Pilots,
“Crackerman” y uno de Sumo, “ Next week”. “Dame tu nescuic” y al poco tiempo,
en un bello acople, el show terminó. Desde el
momento en que el colorado apretó
su pedal comprendí la frase. Ahora,
señor vecino de Florida, cuando esté caminando por el barrio y escuche una
lejana música, de gente ensayando; acérquese y escuche al trío inmortal:
bajo, guitarra y batería en fuerte comunión. Y así podrá trepar,
subir, ascender. El rock funk, el rock de power
trío, el rock-rock; eso fue Trepadores
a pedal en “El especial”.Mi garganta ya ni asomó con doler.
Ladislao Serrano, 9 de Agosto de 2012.
Págína de T.A.P: http://www.facebook.com/trepadoresapedal.
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