Publicado en La Gaceta Barrial, agosto de 2012
Crónica de Aura Quimaire en City Bar, Martinez, 8 de julio
Aura Quimaire se llamaba Kadiz, pero al ir a registrar el
nombre sucedió lo peor: Kadiz ya existía. Allí nació Aura Quimaire, banda que
se presentó el domingo ocho de julio en City Bar, el legendario bar rockero de
Villa Adelina o Martinez. Según City Bar, queda en Martinez: según todo el
mundo queda en Villa Adelina. Problemas geográficos zonales, buen título de tesis.
Pero eso no es mayor problema. Hablemos del show. Aura Quimaire en City Bar. En
principio, Aura Quimaire es o alguna vez será o no será nunca, la banda
que a todo el mundo le gusta, la banda
que suena lindo, que canta bien, que realiza un buen show en vivo. Pero eso
será en el futuro, ahora se presentaban
en vivo y yo los fui a ver. Allí estaba. Por empezar, se trata de una joven
banda con una formación fuera de lo común: teclado (Tata Pedrazzini), guitarra
(León La Cava) y
batería (Joacko Nachman). Tres
instrumentos nomás, para esta banda que se inició cuando dos amigos y vecinos
de Florida, que hacía tiempo componían sus canciones conocieron a un baterista
de Parque Chas, en principio para hacer covers de The Doors. Quizás la
formación nunca más pensó en el bajo luego de una epifanía: nos cuenta León La Cava que con su amigo Tata
estaban de vacaciones en Miramar “y se nos ocurrió juntarnos a tocar temas de Los Doors, siempre
fantaseamos con tocar sin bajo”. Entre risas, la fantasía se hizo realidad.
Más rarezas además de la formación: el cantante, el que más
canta en Aura Quimaire, es el baterista. Eso sí, tanto su voz como la del joven
guitarrista interactúan y se cruzan todo el tiempo y son muy muy afinados.
Entonces, cómo hizo esta banda que hace dos años hacía covers de The Doors para
componer un arsenal de canciones de un aire épico, progresivo, folkie y
obviamente muy melódico. Vamos a su montaña de influencias, que según el
cronista engloban desde el rock progresivo argentino de los setenta, sin dejar
de lado el lado más “rocker” y sin menospreciar la onda acústica. Y tampoco le
tienen miedo a los teclados grandilocuentes y a los covers que perfilen sus
raíces. En medio del show se despacharon, con Joacko Nachman en guitarra y en
formato acústico, una versión respetuosa de “El tuerto y los ciegos” de Sui
Generis. Pero vayamos al hecho que esto se está dilatando.
Algo bueno, había bastante gente y era domingo, además, era
un domingo al que continuaba un día feriado bien feriado, el 9 de julio. Pero
parece que no todo el mundo se fue de fin de semana largo a Mardel o a Punta.
Quedó algo de vida en la zona norte y se percibió allí en el City Bar. Todo
comenzó con la poderosa y rítmica “La ventana de atrás”. Los teclados de Tata
Pedrazzini acolchonan la canción y le dan atmósfera. Una canción que a la banda
le sale redonda y que no hace extrañar a esos seres extraños y algo encorvados
que son los bajistas. La presentación arrancó así, segura y con cuatro
canciones a tope. Luego una balada matadora, de esas que caen con estribillo
redondo y hasta hizo al cronista agitar su encendedor –torpemente, pero
sentidamente también- por los aires; las chicas aullaban en: “Sacarte de mi
mente”. Aquí la cosa se volvió melódica, pero sin perder fuerza. “Luces del
ayer”, podría ser como una canción misteriosa y poética que se vuelve homérica
con el correr de los versos y el piano, sorpresivamente se despacha con un
interludio barroco que si fuese tocado en el siglo XVII estaríamos ante un hijo
de Monteverdi. Pero no, sigamos, había
más. “Domingo de luna llena”, es un rescate positivo a algún madrigal
folkie donde teclado y guitarra se
conjugan en una textura muy celta, fulgurante. Antes de eso, “Espejo opuesto”,
para cerrar a todo trapo con la poderosa
“Nunca mas”. Aplausos y aplausos. Aura Quimaire brindó un gran espectáculo, y
siendo verdaderamente como bromean ellos “una banda de estilo meloprogresívico” con apenas dos años de
vida se las arreglaron para dar un show de nueve canciones sólido y con buena
presencia de matices acústicos. Algo que no es para nada fácil. Las voces son
afinadas, ¡hasta demasiado afinadas! ¡Y las letras son muy épicas y positivas!
Pero hay solidez. Eso puede con este estilo de cronista abigarrado y solitario.
Y es de gran virtud cómo Joacko Nachman comanda el ritmo detrás e las baquetas siendo
la voz líder en casi todas las canciones. La guitarra de León La Cava ejerce el papel rítmico
sacrificado y el teclista el papel de frontón sonoro, y el de hacedor de
melodías al fondo. Ah cierto, no olvidemos que no hay bajo: la verdad no se
notó. Eso sí, cuando me retiraba de la sala, con las chicas aún aullando
jóvenes gritos a mis espaldas, no pude evitar asomarme un poco sobre el borde
del escenario buscando algún bajo enchufado, o algún duende bajista tras
bambalinas. ¡Ah! Todavía me persigue ese estribillo maldito: “yo no sabría
decirte cuánto lamento pederte, pero me es imposible sacarte de mi mente”
acompañado por los aullidos de las chicas.
Ladislao Serrano.
Antes de que Aura Quimaire edite su primer EP. Aquí hay un
bello acústico en radio: http://soundcloud.com/auraquimaire/sets/radio-pueblada-rebelde/
Y Aquí su página de
facebook:
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