viernes, 18 de enero de 2013

CRONICA SOBRE CRISOL EN GBA

Publicado en La Gaceta Barrial, julio de 2012



 Crónica sobre Crisol en Club GBA

¿Qué significa la palabra crisol? Vayamos, si no somos orfebres o trabajamos con lo altos hornos, a la Real Academia Española. Dicha institución nos dice que crisol es un “recipiente hecho de material refractario, que se emplea para fundir alguna materia a temperatura muy elevada”. Hay algo de elevado y de alta temperatura en esta banda zonal. Entonces, a fundir se ha dicho. A los Crisol los conocí una noche calurosa en el que quizás sea el bar más cariñosamente bizarro de la zona norte, si, los conocí en Warhol. Un amigo me dijo lo siguiente: “vamos a ver a la mejor banda de la zona”. Yo, escéptico ante semejante mensaje pero confiando en los preciosos gusto musicales de este, acepté. Para no abrumar mas al lector diré que esa noche la gente pululaba en el bar, estaba tan lleno que casi no podía ver a los músicos, y todo parecía estar pasando en otra época. ¿Sesentas, setentas? No se, pero el asunto fue que tocaron temas de veinte minutos, tocaron el concierto dividido en cuatro partes: era todo una locura y la música era virtuosa, pesada, grumosa, densa, tremendamente hermética.
 Ya me explayé mucho, mejor vayamos al concierto de Crisol en Villa Adelina. Era sábado, hacía frío, tomé el 71 (ya sea el de Maipú o el de panamericana) y  me bajé en Paraná y Lamadrid. El 71 nos deja justo en la puerta del Club G.B.A., un lugar que no sólo tiene buena onda sino que parece un oasis cultural en medio de ese barrio muchas veces olvidado que es Villa Adelina. En la cuadra casi no hay ruidos y uno tiene que tocar timbre lo cual es bueno y genera un mínimo y saludable secreto. Entré, con cierta preocupación, cercano al horario de comienzo del show y ocurrió lo obvio: todo se había retrasado.
Había otra banda tocando, pero esa noche sólo tenía oídos para los Crisoles. Un amigo, otro amigo, cerveza va, cerveza viene, de pronto, la gente que estaba afuera dispersa, se agolpa para entrar, algo se aproxima. La sala del GBA es pequeña y linda, y hace todo confortable. Ya adentro, la gente comenzó a sentarse en el suelo, algunos se quedaron de pie, pero estos lo hicieron detrás. Un aura mística se adueñó de la situación, algo que hace años no veo en conciertos. Parecía como si todos estuvieran realizando algo así como una ceremonia, un ritual. Silencio espectral, los músicos se preparan, luego una serie de canciones, algunas largas otras no tanto en las que sencillamente todo fue virtuosismo en la interpretación. Quizás, al ver sus caras supe algo que en Warhol ni por asomo hubiera pensado: son humanos. Si, Santiago Pascual es humano, pero no sólo eso, descolló en el show con todas las técnicas de guitarra que uno pueda conocer, desde un solo blusero hasta el tapping, sin mencionar las escalas y demás asuntos complejos que esta banda desarrolla en escena con una naturalidad envidiable. El tecladista y cantante Javier Mazitelli también aporta lo suyo, logrando sonidos bastante calidos en las texturas mas setentosas o acercándose a sonidos agudos y digitales cuando el pasaje lo requiere. También aporta refinamiento en ese instrumento tan raro y hermoso que muy pocos saben tocar verdaderamente llamado Theremin. Diego Gago cumple férreo con un bajo que sabe cuando tomar la delantera y cuando callar, además de brindar toques preciosistas de una flauta que sopla aquí y allá. En las baquetas: un relojito, otro Mazitelli, sólo que este tiene por nombre Martín.
La nube mística empezó con un tema  desconocido,  de sonido claro y poderoso al mismo tiempo, “El sol no es del mar”. Eso fue Crisol en GBA, una imagen, un cuadro de virtuosismo pero diseñado, pintado para ser percibido. Cerré los ojos, me concentré en cada instrumento y las notas se desplazaron por el lugar. Luego, al terminar una canción y en ese momento en el que la gente siente que todo va concluyendo, escucho desde atrás ese grito siempre vulgar pero verdadero que alguien suelta tarde o temprano en todo concierto: “devolvé la peluca Crisol”. Algunos rieron, yo no, esto era la pura verdad. Sonaba, creo “La parusía del rock” aunque sinceramente ya no lo recuerdo, ni importa. Crisol efectivamente nos quitó la peluca esa fría noche en GBA y luego de una gran versión de ese tema rockero, pesado y poético que es “Yo miro tu amor” de Spinetta ya  fue todo melancolía de fin.  La misa se clausuró con lo que quizás ya sea la canción leyenda de esta banda: “Leviatán II”.  Si, ese monstruo marítimo del Antiguo Testamento, tan cercano a Satanás, terminó por cuajar la imagen mística de la banda esa noche. Todo fue elefantiásico pero sin grandilocuencia. No fue una nube rockera a lo Yes, o una locura prolongada y tenebrosa como aquella noche en que los conocí. Alguien malo dirá que esto fue aburguesarse, para mí es crecer. Esto fue un verdadero bautismo de música exquisita. El show terminó, la materia musical se fundió en este Crisol y el resultado fue una liga buena y de calidad.  Afuera, el frío me entraba por la cabeza y el 71 no pasaba,  pero no sentí preocupación alguna sino determinación. Encendí un cigarrillo y emprendí el gélido regreso hacia  panamericana con la certeza de que Crisol  nunca me devolvería la peluca.

Ladislao Serrano.

Pueden escuchar Crisol acá: http://www.myspace.com/crisolmusica

   

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