martes, 17 de diciembre de 2013

LAS FOTÓGRAFAS ESTÁN FELICES: LUZ EN LA PRIMAVERA PORTEÑA

Me paro al pie de un puente. Foto. Perfil, Brazos cruzados  o no, mirada hacia el río.
David Viñas


 AMANTES VITALES DE LA LUZ

Lucila Basile y Julieta Terceiro son fotógrafas jóvenes, pequeñas, intimistas. Hace un año conocimos sus trabajos y perfilaban bien. Hoy avanzan en su arte, modifican las maneras en las que captan los cuerpos, buscan otras formas de visión,  experimentan con otros colores. Buscan otros espacios a retratar: estudian, trabajan con sus objetos, con sus lenguajes. Quizás sea arriesgado, pero en un mundo donde el arte se banaliza, y cae con lo bueno y lo malo en un tornado  gigante de conceptualismo, más propio del marketing que del arte o, en una red interminable de galerías, muestras, artistas, curadores, que mucho muestran y poco o nada dicen, lo que podría ayudar a definir como modo de valoración del arte y el artista que uno observa y critica  –con conciencia de los diferentes lenguajes que utiliza cada arte- es cuánto trabajo hay en su obra, cuánto estudio hay allí, cuánta economía –monetaria, conceptual- se palpa en las obras que vemos, escuchamos, leemos, tocamos. Algo positivo: en las fotos de Terceiro y de Basile hay, vemos, una conciencia artística. Por eso la muestra colectiva Foto-síntesis- La mirada encantada (hasta el 20 de diciembre en el Museo de la Mujer, Pasaje Dr.R. Rivarola 147 C.A.B.A) deja espacio, promueve a la crítica. Siempre que haya trabajo artístico habrá crítica. La muestra oficia de “resultado” anual de los diferentes talleres de seguimiento fotográfico reunidos bajo el nombre de La mirada encantada (dirigidos por Marcela Valero Narvaez). El concepto central de la muestra relaciona aquello que une a las plantas y a la fotografía: la luz. La fotografía se vale de ella para producir imágenes, los vegetales la necesitan para respirar. Vale pensar si para un fotógrafo no es acaso vital, como lo es sin duda para una planta, el contacto con la luz. La muestra es colectiva como dijimos, pero nosotros nos centramos en nuestras viejas conocidas: Terceiro y Basile. Y se sabe que el clima es también vital para las plantas. Si de clima escribimos, dejamos en claro que diciembre de 2013, es un mes caluroso: con sol, saqueos, huelgas, pero también: felicidad. Eso sí, el rasgo central de las fotos de Terceiro y Basile, no es  la oscuridad, ni la adolescencia, ni cierto efecto punzante, incluso misterioso y melancólico que uno puede ver en sus producciones anteriores. Eso fue en el pasado. En este caso, el trabajo del año y, porqué no el clima caluroso de la primavera porteña, han devenido en luz y felicidad.


LUZ, AGUA –CÁMARA- ACCIÓN

Lucila Basile no presenta una ruptura con lo visto en muestras pasadas o en su tumblr(http://lucyindeskai.tumblr.com/). Más bien continúa con su estilo. Se siente segura en la narración. Siempre hay en sus fotografías una historia por detrás: unas vacaciones, una reunión, un momento al aire libre, una noche con amigos, una fiesta. Anteriormente –hace un año- dijimos que era naturalista. Y sigue por ese camino: los espacios que prefiere son aquellos que devuelvan mejor la luz del ambiente, luz siempre natural. Por un lado, estos espacios naturales, recreativos, son aquellos en los que la acción es festiva, despreocupada: dos chicas nadan estáticas en el agua, y los rayos solares pegan tenues en la superficie. Por otro lado, el momento representado en las fotografías de Lucila Basile es aquel en el que los cuerpos hacen presencia. Si bien sabe capturar paisajes, es difícil que una foto suya elida el cuerpo: como si materialidad humana debiera estar ahí siempre, como si su fotografía necesitara de la representación de lo humano, no en otro material sino en el propio cuerpo. La luz y la felicidad, invaden los cuerpos retratados, cuerpos que nadan en agua transparente. La luz transmite una gran calidez y el blanco y negro no entorpece, más bien –con maestría- acrecienta esa sensación. No hay oscuro que manche la acción, la cámara vital retrata los cuerpos bañándose alegres en la naturaleza.  En las fotografías que nos muestra en Foto-síntesis- La mirada encantada, vemos su continuidad en el trabajo con la luz, su gusto por la textura acuosa, espacio natural y vital donde una acción transcurre. Ahora bien: ¿habrá alguna salida positiva ante tanto cuerpo juvenil? Algo bueno: Basile logró escaparle al tópico del desnudo –tema fructífero y con múltiples salidas experimentales- , escena que domina con calidad, pero que muchas veces puede volverse –más hoy en día donde los pezones y las tetas están en todos lados y lo erótico parece  extinto- algo común, incluso cómodo en exceso. En nuestra lectura esto es un gran logro de madurez artística: evitar la comodidad que el mismo artista ha logrado conquistar en su propio estilo, para trabajar sobre otras posibilidades. El año caluroso ha dado fotos cálidas vistas en un diciembre caluroso.


NUEVOS PROTAGONISTAS

La persona de la foto en el epígrafe de Viñas, es aquella que no está aquí. En estas fotos no hay persona que se pare en el puente y mire al río. Personas no, espacios sí. Los espacios son centrales en las fotos que Julieta Terceiro agrupó en la muestra. Los protagonistas ya no son los cuerpos humanos, sino las cosas materiales, las cosas concretas que habitan los espacios y al mismo tiempo son ellos. Esto nos reenvía a sus fotografías anteriores(su página antigua es esta: http://julita-t.tumblr.com/; su página actual es la siguiente: http://cargocollective.com/julitaterceiro).Y al volver a ellas notamos ruptura. Allí había mucho cuerpo humano, mucho retrato. ¿Es acaso una crisis? Sí, tal vez. En todo caso, los artistas deben celebrar las crisis de toda índole: sentimentales, económicas, familiares, sociales. Toda crisis resulta en algo, y ese algo es fruto de un movimiento que el sujeto artista, siempre o casi siempre, logra encauzar –no sin trabajo y problemas- de forma positiva. Quizás sea el caso de estas fotografías. Los cuerpos humanos no están en estas cuatro fotos de Terceiro o, mejor dicho, no están visibles. Las cuatro fotografías las vemos parejas, hermanas, juntas: dos arriba, dos abajo. Son paisajes y no lo son. Parecen amables y transmiten felicidad. Pero, tal vez sea la felicidad final, aquella felicidad resultante de una crisis. No hay cuerpos porque no se necesitan. Los cuerpos humanos han construido esa casa simpática y grande, esa reja de madera, esa sombrilla estancada. Eso sí, agudicemos la mirada. De fondo, en la foto de la sombrilla hay un vestigio humano: un hombre anda en bicicleta. Pero el hombre podría no haber estado allí. O mejor dicho, no debería haber estado allí: su cuerpo se fragua en el fondo, ese cuerpo humano, en la foto, ya no es un cuerpo humano. Cuerpos son aquellos que han superado la crisis artística, los que han construido la casa y la sombrilla, aquellos que caminan sobre el pavimento, aquellos que agrupan las fotos por conceptos y van hacia algo nuevo. Sabemos que las fotos fueron tomadas en el continente europeo, más precisamente en España. De todas formas, se respira una luz que es únicamente porteña. Como si la luz del lugar de origen habitara el cuerpo del fotógrafo aun en otro espacio y generara en sus fotos, una luz que inclusa pudiera estar ausente en primera medida en el contexto donde se produce el gatillar de la cámara. El cuerpo del fotógrafo habita  paradójica y dramáticamente, estas cuatro fotos, que pueden engañar por su simpleza. Porque verlas nos sirve para pensar: ¿cuál es el precio artístico-crítico que hay que pagar para sentir esa felicidad, esa luminosidad? Es un precio muy alto: y allí, en esos materiales, allí está. Sabemos que hay ruptura y trabajo: antes pululaban los cuerpos. Ahora, estos están –aunque solo en apariencia- ausentes de la escena. Así, hay otros protagonistas en estas fotografías de Julieta Terceiro, estos nuevos protagonistas pueden explotarse y son un gran punto de partida para seguir trabajando en el futuro.


ESPACIOS FUTUROS

Intentar escribir es siempre un intento infinito, difícil. Pero no por eso deja de ser positivo. Lo real del mundo es en el escrito, al tiempo que es en el mundo. Más vale escribir que no hacerlo. Más vale sacar fotografías que no hacerlo. Llenar el espacio con algo -con letra, imagen, sonido, cuerpos-: eso sí, que ese algo valga, aun cuando corramos un riesgo subjetivo grande. Preferimos apostar antes que tantear. Hace un año la apuesta salió bien(http://iryvenidor.blogspot.com.ar/2012/12/del-alcoholismo-dos-juveniles-fotografas.html); conocimos dos fotógrafas jóvenes que hoy siguen estudiando y transformando su obra. El motor del estudio siempre es positivo. No se trata de hacer por hacer sino de hacer a conciencia.  Apostamos a Lucila Basile y Julieta Terceiro, por su presente, pero también por su futuro. Porque maduran rápido, porque soportan las crisis artísticas con  coherencia y tal vez, alguna vez, conquisten otros espacios –nosotros apostamos a eso- y sus materiales fotográficos cambien, muten con coherencia y logren una verdadera obra. Lo que las fotos de ambas fotógrafas nos transmite en este diciembre asesino es que pese a todo: las fotógrafas están felices. Están felices y, al mismo tiempo, sus materiales exhalan una trabajada luminosidad porteña. (Buenos Aires: ciudad de la furia, pero también de la luz y porqué no de los árboles). Fin de nota, fin de año: flota en el aire caluroso de la primavera porteña un tufo de saqueo y crisis; y la crisis, dijimos, es siempre bienvenida. Ha sido un año duro, tal vez haya valido por dos o tres, pero lo afectivo nunca es desdeñable y a veces los años terminan bien: veamos con gusto las fotos que señalan el progresivo crecimiento de dos artistas jóvenes. Artistas –hoy- de felicidad y luz, artistas cuyas fotos, mañana, no podemos saber qué nos transmitirán. Pero de algo  estamos seguros: nos moverán a la crítica. Y eso es lo mejor; eso es lo que nos da la pauta de que ese arte es bueno.