Me paro al pie de un puente. Foto. Perfil, Brazos
cruzados o no, mirada hacia el río.
David Viñas
AMANTES VITALES DE
LA LUZ
Lucila
Basile y Julieta Terceiro son fotógrafas jóvenes, pequeñas, intimistas. Hace un
año conocimos sus trabajos y perfilaban bien. Hoy avanzan en su arte, modifican
las maneras en las que captan los cuerpos, buscan otras formas de visión, experimentan con otros colores. Buscan otros
espacios a retratar: estudian, trabajan con sus objetos, con sus lenguajes.
Quizás sea arriesgado, pero en un mundo donde el arte se banaliza, y cae con lo
bueno y lo malo en un tornado gigante de
conceptualismo, más propio del marketing que del arte o, en una red
interminable de galerías, muestras, artistas, curadores, que mucho muestran y
poco o nada dicen, lo que podría ayudar a definir como modo de valoración del
arte y el artista que uno observa y critica
–con conciencia de los diferentes lenguajes que utiliza cada arte- es
cuánto trabajo hay en su obra, cuánto estudio hay allí, cuánta economía
–monetaria, conceptual- se palpa en las obras que vemos, escuchamos, leemos,
tocamos. Algo positivo: en las fotos de Terceiro y de Basile hay, vemos, una conciencia artística. Por eso
la muestra colectiva Foto-síntesis- La
mirada encantada (hasta el 20 de diciembre en el Museo de la Mujer , Pasaje Dr.R. Rivarola
147 C .A.B.A)
deja espacio, promueve a la crítica. Siempre que haya trabajo artístico habrá
crítica. La muestra oficia de “resultado” anual de los diferentes talleres de
seguimiento fotográfico reunidos bajo el nombre de La mirada encantada (dirigidos por Marcela Valero Narvaez). El concepto
central de la muestra relaciona aquello que une a las plantas y a la
fotografía: la luz. La fotografía se vale de ella para producir imágenes, los
vegetales la necesitan para respirar. Vale pensar si para un fotógrafo no es
acaso vital, como lo es sin duda para una planta, el contacto con la luz. La
muestra es colectiva como dijimos, pero nosotros nos centramos en nuestras
viejas conocidas: Terceiro y Basile. Y se sabe que el clima es también vital
para las plantas. Si de clima escribimos, dejamos en claro que diciembre de
2013, es un mes caluroso: con sol, saqueos, huelgas, pero también: felicidad.
Eso sí, el rasgo central de las fotos de Terceiro y Basile, no es la oscuridad, ni la adolescencia, ni cierto
efecto punzante, incluso misterioso y melancólico que uno puede ver en sus
producciones anteriores. Eso fue en el pasado. En este caso, el trabajo del año
y, porqué no el clima caluroso de la primavera porteña, han devenido en luz y felicidad.
LUZ, AGUA –CÁMARA- ACCIÓN
Lucila
Basile no presenta una ruptura con lo visto en muestras pasadas o en su tumblr(http://lucyindeskai.tumblr.com/). Más bien continúa con su estilo. Se siente segura en la narración. Siempre hay
en sus fotografías una historia por detrás: unas vacaciones, una reunión, un
momento al aire libre, una noche con amigos, una fiesta. Anteriormente –hace un
año- dijimos que era naturalista. Y sigue por ese camino: los espacios que
prefiere son aquellos que devuelvan mejor la luz del ambiente, luz siempre
natural. Por un lado, estos espacios naturales, recreativos, son aquellos en
los que la acción es festiva,
despreocupada: dos chicas nadan estáticas en el agua, y los rayos solares pegan
tenues en la superficie. Por otro lado, el momento representado en las
fotografías de Lucila Basile es aquel en el que los cuerpos hacen presencia. Si bien sabe capturar paisajes, es difícil
que una foto suya elida el cuerpo: como si materialidad humana debiera estar
ahí siempre, como si su fotografía necesitara de la representación de lo
humano, no en otro material sino en el propio cuerpo. La luz y la felicidad,
invaden los cuerpos retratados, cuerpos que nadan en agua transparente. La luz
transmite una gran calidez y el blanco y negro no entorpece, más bien –con
maestría- acrecienta esa sensación. No hay oscuro que manche la acción, la
cámara vital retrata los cuerpos bañándose alegres en la naturaleza. En las fotografías que nos muestra en Foto-síntesis- La mirada encantada,
vemos su continuidad en el trabajo con la luz, su gusto por la textura acuosa, espacio natural y vital donde
una acción transcurre. Ahora bien: ¿habrá alguna salida positiva ante tanto
cuerpo juvenil? Algo bueno: Basile logró escaparle al tópico del desnudo –tema
fructífero y con múltiples salidas experimentales- , escena que domina con
calidad, pero que muchas veces puede volverse –más hoy en día donde los pezones
y las tetas están en todos lados y lo erótico parece extinto- algo común, incluso cómodo en
exceso. En nuestra lectura esto es un gran logro de madurez artística: evitar
la comodidad que el mismo artista ha logrado conquistar en su propio estilo,
para trabajar sobre otras posibilidades. El año caluroso ha dado fotos cálidas vistas en un diciembre caluroso.
NUEVOS PROTAGONISTAS
La
persona de la foto en el epígrafe de Viñas, es aquella que no está aquí. En
estas fotos no hay persona que se pare en el puente y mire al río. Personas no,
espacios sí. Los espacios son centrales
en las fotos que Julieta Terceiro agrupó en la muestra. Los protagonistas ya no
son los cuerpos humanos, sino las cosas materiales, las cosas concretas que habitan los espacios y al mismo tiempo son ellos. Esto nos reenvía a sus
fotografías anteriores(su página antigua es esta: http://julita-t.tumblr.com/; su página actual es la siguiente: http://cargocollective.com/julitaterceiro).Y al volver a ellas notamos ruptura. Allí había mucho
cuerpo humano, mucho retrato. ¿Es acaso una crisis? Sí, tal vez. En todo caso,
los artistas deben celebrar las crisis de toda índole: sentimentales,
económicas, familiares, sociales. Toda crisis resulta en algo, y ese algo es
fruto de un movimiento que el sujeto artista, siempre o casi siempre, logra
encauzar –no sin trabajo y problemas- de forma positiva. Quizás sea el caso de
estas fotografías. Los cuerpos humanos no están en estas cuatro fotos de Terceiro
o, mejor dicho, no están visibles. Las cuatro fotografías las vemos parejas,
hermanas, juntas: dos arriba, dos abajo. Son paisajes y no lo son. Parecen
amables y transmiten felicidad. Pero,
tal vez sea la felicidad final, aquella felicidad resultante de una crisis. No hay cuerpos porque no se
necesitan. Los cuerpos humanos han construido esa casa simpática y grande, esa
reja de madera, esa sombrilla estancada. Eso sí, agudicemos la mirada. De
fondo, en la foto de la sombrilla hay un vestigio humano: un hombre anda en
bicicleta. Pero el hombre podría no haber estado allí. O mejor dicho, no
debería haber estado allí: su cuerpo se fragua en el fondo, ese cuerpo humano,
en la foto, ya no es un cuerpo humano. Cuerpos son aquellos que han superado la
crisis artística, los que han construido la casa y la sombrilla, aquellos que
caminan sobre el pavimento, aquellos que agrupan las fotos por conceptos y
van hacia algo nuevo. Sabemos que las fotos fueron tomadas en el continente
europeo, más precisamente en España. De todas formas, se respira una luz que es únicamente porteña. Como si
la luz del lugar de origen habitara el cuerpo del fotógrafo aun en otro espacio
y generara en sus fotos, una luz que inclusa pudiera estar ausente en primera
medida en el contexto donde se produce el gatillar de la cámara. El cuerpo del
fotógrafo habita paradójica y
dramáticamente, estas cuatro fotos, que pueden engañar por su simpleza. Porque
verlas nos sirve para pensar: ¿cuál es el precio artístico-crítico que hay que
pagar para sentir esa felicidad, esa luminosidad? Es un precio muy alto: y
allí, en esos materiales, allí está. Sabemos que hay ruptura y trabajo: antes
pululaban los cuerpos. Ahora, estos están –aunque solo en apariencia- ausentes
de la escena. Así, hay otros protagonistas en estas fotografías de Julieta
Terceiro, estos nuevos protagonistas pueden explotarse y son un gran punto de
partida para seguir trabajando en el futuro.
ESPACIOS FUTUROS
Intentar
escribir es siempre un intento infinito, difícil. Pero no por eso deja de ser
positivo. Lo real del mundo es en el escrito, al tiempo que es en el mundo. Más
vale escribir que no hacerlo. Más vale sacar fotografías que no hacerlo. Llenar
el espacio con algo -con letra, imagen, sonido, cuerpos-: eso sí, que ese algo valga, aun cuando corramos un riesgo
subjetivo grande. Preferimos apostar antes
que tantear. Hace un año la apuesta salió bien(http://iryvenidor.blogspot.com.ar/2012/12/del-alcoholismo-dos-juveniles-fotografas.html); conocimos dos fotógrafas
jóvenes que hoy siguen estudiando y transformando su obra. El motor del estudio
siempre es positivo. No se trata de hacer por hacer sino de hacer a conciencia. Apostamos a Lucila
Basile y Julieta Terceiro, por su presente, pero también por su futuro. Porque
maduran rápido, porque soportan las crisis artísticas con coherencia y tal vez, alguna vez, conquisten
otros espacios –nosotros apostamos a eso- y sus materiales fotográficos
cambien, muten con coherencia y logren una verdadera obra. Lo que las fotos de
ambas fotógrafas nos transmite en este diciembre asesino es que pese a todo:
las fotógrafas están felices. Están felices y, al mismo tiempo, sus materiales
exhalan una trabajada luminosidad porteña. (Buenos Aires: ciudad de la furia,
pero también de la luz y porqué no de los árboles). Fin de nota, fin de año: flota
en el aire caluroso de la primavera porteña un tufo de saqueo y crisis; y la
crisis, dijimos, es siempre bienvenida. Ha sido un año duro, tal vez haya
valido por dos o tres, pero lo afectivo nunca es desdeñable y a veces los años terminan
bien: veamos con gusto las fotos que señalan el progresivo crecimiento de dos
artistas jóvenes. Artistas –hoy- de felicidad y luz, artistas cuyas fotos,
mañana, no podemos saber qué nos transmitirán. Pero de algo estamos seguros: nos moverán a la crítica. Y
eso es lo mejor; eso es lo que nos da la pauta de que ese arte es bueno.