jueves, 18 de junio de 2009

LA DAMA DE GRIS PERLADO.

Era verano y no podía hacer yo nada para que no sucediera esto , asi que me fui acostumbrando a la felicidad , esa cosa que es algo que todos conocemos y dependiendo de nuestros males y sentidos o la azarosa vida que uno lleve; finalmente disfrutamos sin refunfuñar. Vamos a entablar amistad con la felicidad y lo mejor de todo , yo no tenia un peso en el bolsillo pero si en ese momento lu hubiese tenido lo abría apostado a que mi extraño y rara vez avistado positivismo latente veraniego me estaba transformando, como lo hace el frio con nuestros cajones y perchas que van mutanto en abrigos y camisas y otras prendas que habían sido olvidadas para casi en un abrir y cerrar de ojos volver a ser requeridas.
En la puerta de entrada del hotel Safari ese sentimiento me envenenaba y cometí el asqueroso crimen de emitir una sonrisa a una dama;que vestía elegantemente de gris perlado entera de pies a cabeza salvo su sombrero y su boquilla ambas de color negro, extraña convinación me dije; la dama inclinó la cabeza al tiempo que yo le sonreí como agradeciendo ese gesto que parecía de una naturalidad aberrante contra mis usuales modos de carácter. Ahi recordé el sabio pensar de domingo de una sabia aristócrata que siempre debía de contestar sonriendo y me apené al contemplar verdaderamente que tanto mi gesto como la respuesta de la dama no eran mas que superficialidades antiguas y modernas al mismo tiempo que consumían espacio en mi mente y no resultaba nada constructivo en estas mínimas relaciones de lenguaje educativo. Ya en la habitación del hotel las paredes pintadas de un blanco algo barato y sucio me resultaban tranquilizantes; lo mismo que los muebles de estilo frances de baja calidad pero simpáticos. Este detalle me resultó interesante al punto de sostener que esta habitación no valía el precio que el señor Safari me cobraba por noche. Pero me volvió el pensar positivo y me dispuse a pedir algo de comida al servicio de habitación que no tardó en venir lo cual me hizo sentir ese candoroso deseo que sienten las personas que gustan de los hoteles de mediana calidad; tales como mi querido hotel Safari, u otros de mayor calidad, en fin nada me ganaría la partida hoy, salvo la mujer por alguna razón no la podía olvidar. Su cara, trataba de recordarla a cada segundo y si bien no la memorizé; la lograba visualizar un poco. Ojos hermosos , negros perlados a la inversa de su vestir, y su pelo negro tambien me hacían sentir remordimiento de no haber charlado unas trivialidades con la dama para escuchar su voz y tal vez seducirla un poco. Sin duda estaba convertido en un idiota, ese pensamiento me distraía de mi trabajo que llevaba algo de retraso y ese maldito informe sobre el senador Clarencio Pueyrredon estaba casi sobre la fecha en la cual debía de llevar al editor del diario para asi arrglar detalles y definitivamente publicarlo el proximo lunes tal como me habían solicitado. Las letras y palabras fluían bastante bien en el papel e increiblemente a las tres de la madrugada me di cuenta de que el informe se hallaba concluido lo corregí un poco y muy feliz fuí hasta el baño, me lavé los dientes con su posterior y necesario enjuage y me recosté.
Debian de ser las cuatro de la mañana cuando senti un golpecito tímido en la puerta, era un golpear sueve pero, yo lo escuchaba claramente. Al abrir la puerta los vi. Los ojos negros perlados estaban frente a mi era la dama efectivamente. Solo que ahora me resultaba singularmente más atractiva que antes.
_ Disculpe. ¿ puedo pasar? _ Claro claro, adelante. Prendí la luz y lo único que se me ocurrió decirle fue. _ ¿ quiere un trago?.
_ Gin con soda si no le molesta.
_Para nada. ¿ señora ? _ Pueyrredon. Stefi Pueyrredon.
Santo dios. Esta belleza de mujer era la esposa del corrupto senador el cual yo mismo estaba denunciando sin pena y de manera concreta de enriqueciento ilícito y ahora si que sentía ganas de que el periodismo sea mas parecido a la tarea de un cocinero o algo por el estilo.
_ Se que usted está escribiendo algo en contra de mi marido. Dijo al mismo tiempo que me acariciaba la pierna y ahora mismo mis cosas pasaban por mi cerebro de periodista.
_ No se de que habla señorita pero soy escritor , no periodista y no sé quien es su marido por favor retirese de mi habitación.
El angel de ojos negros sacó de entre sus senos, que pese a la situación logré ver y disfrutar, una pequeña pìstola que parecía de juguete pero no por eso me dejaba de asustar y me instigó.
_ Mi intención no es hacerle daño. Furioso y asustado repliqué. _ Pero usted verá que me está apuntando con un arma señorita; ya le dije que no se de que me habla.
_ Es atratactivo señor, verdaderamente atractivo, pero me parece que sus intereses no parecen negociables.
_Por favor , baje el arma asi podemos conversar.Mi miedo ya comenzaba a hacerse sentir en forma de sudor y en mis pupilas, cuando de repente y sorpresivamente la dama, sin dejar de apuntarme, se me acercó muy cerca. Como si fuera a besarmé; y efectivamente me besó. Sentí como sus labios chocaban con los mios y un extasis me consumía le tomé de las caderas al tiempo que la punta del revolver me apretaba el pecho.
_ Mañana por la mañana . Dijo el angel. un auto vendrá a buscarlo, aseguresé de mandar el informe a su editor, asi se podrá publicar. El auto lo llevará a una pista de aterrizaje en las afueras de pehuajó ahi nos encontraremos y volaremos en avioneta hacia Cuba.
Estupefacto y víctima de mi positivismo me deje envenenar por los labios de esa mujer que yo desconocía, pero la cual me había cautivado.
Hoy soy el cocinero en jefe del hotel Chiarle en la habana. Y Stefi. La dama de gris perlado es ahora mi esposa.

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