“¿Vos por
cuánta guita entregás el culo?”, dijo Merlo, Merlito, casi volando contra la
ventana del departamento de la novia. Otro dudaba. Callados todos, las chicas
más todavía. No había sillas, nunca vi sillas en ése departamento. Automáticamente
al entrar, uno se tiraba en la cama. El
colchón blanco, blando. Había que ocuparlo rápido, era el único espacio de
comodidad del departamento, el baño era más grande que la cocina, el cuarto era
grande también. Viviría muy bien ahí, hasta con tres personas podría vivir ahí,
bien. El resto de la gente que caía tenía que sentarse en el piso, siempre en
el piso. Vasos siempre había, sillas nunca. ”Yo no vendería nunca el culo”, dijo
el Mago. “¿Seguro que nunca?” dijo un coro: Rolando y otros éramos partidarios
de entregar el culo por una buena suma de guita. “¿No mientas que por un palito
no entregás?”: uno. Otro: “por menos entrego, te la aguantás, hasta quizás te
guste, nunca se sabe, mi tío siempre dice esa de que macho es el que la probó y
volvió. “Otra buena es la de que no se conoce puto arrepentido”, otro dijo eso:
casi borracho. Merlito, apoyado contra la ventana balcón; era un edificio
blanco, recoleto, pagado por la madre de la novia de Merlito a la novia de
Merlito. Kita, la novia de Merlito, estaba cerquita, apoyada contra la pared
fumando, discutiendo de moda con la novia de otro. Era raro que hubiera dicho
nada del dicho de Merlito, siempre tan pronta a pelearse con él y a ponernos a
todos enculados con ellos. Le brillaron, los ojos lindos, el pelo negro también, habló
Kita: “y… depende de cada uno, eso ya es prostituirse”. Había escuchado,
esperado a que el viento entrara por la ventana y Merlito se diera vuelta y la
mirase. Un par ya estaban mamados.”¡Qué querés hacer acá si están todos pensando
en su quintita, cuando ven una marcha primero dicen que son vagos, después
negros, después putean un poco y cierran la ventana!”. “¡Ah y vos no! Si
laburás en una multi gato”.” Y… boludo guita tengo que conseguir, para vivir”.
“Se vive con guita”. Uno: “con guita vivís vos, yo vivo con mis viejos y les
escabio el escabio a ustedes”. Todos rieron. Se vive con guita. Ahora el
Merlito sombrío decía en concentración: “yo no entrego el culo, imaginate, un
viejo feo, con guita si, pero feo, que te quiere garchar el culo, te garpa,
pero te rompe el culo, ¿cómo vivís con eso después?”.”¿Con qué? ¿Con culo
roto?”: uno distraído. ”Viva Perón”: los borrachos. “Viva la Santa Federación”: los
borrachos, ya en coro”. “Que bueno mi amor que vos no quieras entregar el
culo”: una novia. Merlito no había terminado, humano: “así estamos te dan un
mango, y todos venden el culo”. Un borracho: ”y… Pero pensemos, por mucha guita
se vende, por poca no. Es un trabajo digno, mejor remunerado que laburar en una
fundición y criar mierda pulmonar por dos mangos, mejor que una oficinili con
boludones de jefinis”. Felli, al estar ebrio era propenso a usar el lenguaje en
juegos por el estilo.”Yo apruebo. Por guita, se vende, por necesidá también y…¿Cuándo
no hay necesidá de guita?”.Unos rieron. “¿Me das un poco de tabaco para armar?”,
articuló suave un borracho borrachín. Le quedaba poco tabaco a la novia de uno.
El paquete de tabaco holandés, importado de Holanda, tabaco, la cintita que
decía producto importado, la caja casi vacía. No quedaba ningún cigarrillo,
todos ahora, salvo Merlito, estaban sentados contra la pared. “No te doy, me queda poco y quiero tener para
fumar uno después”. Todos se sorprendieron de la frase, con la frase. No
convidar al borracho era algo muy mal visto, tremendamente mal visto. La miraron mal todos, menos el novio. Pero por
educación no hubo nada que llenara el aire de maldad. Se siguió.”Tomá uno”. Era el último cigarrillo
de Merlito, volaba, voló y cayó al lado de uno de los borrachos, de los más
borrachos. Se encendió. “Es algo ético, yo no vendería mi culo y punto”. Ahora
Kita quería molestarlo, molestando le dijo: ”pensá bien los pantalones que te comprarías
con la guita esa, la campera de cuero te salió cara, la remerita también. Una
vez… Y listo”. Todos rieron. Merlito volvió a la ventana. Pensó en otra cosa.
“¿Vieron el tren que siguió derecho en la estación?” “Si, fue una tragedia, una
masacre”.”Creo que vamos a confundir ética con moral y no hay ganas ahora”: un
borracho. “¿Qué tiene que ver el desastre con un culo culiado?”. ”Y… Si
vendemos, vendemos todo, una buena cantidad y listo no?”. “ No seas boludo…”.
“Claro, te pongo un maletín con un
millón y te digo que me vendas el culo, te pensás que no vendés el culo…”.
“Claro”. Merlito ya pensaba que no podía seguir en esa línea. Veía, al lado de ventana balcón, en el balcón
ventana, en los cuerpos apretujados, el ruido, el maquinista estrolado entre la
máquina y los controles del freno de emergencia, los resortes gigantes de
emergencia de la estación. Los gritos de la gente apretujada, de los dos
primeros vagones, hechos mierda. Los dos primeros vagones. También recordó a
Viaschi: con su cara y “el desastre fue peor, ya que la gente, siempre quiere
viajar más adelante, para así salir antes de la estación”. Un culo sí, un culo
no. Pensó cuánto valía el culito feo y viejo pero rico de Zapedra. Y la sangre.
Los brazos de carne, entre el segundo y el primer vagón, los gritos, las
ambulancias lejanas que hacen el doppler molesto, lejano que parece que nunca
llega. Bomberos cortan el metal, sacan unos muertos apretujados, peros esos los
tiran rápido ahí, los heridos son importantes, importan más. Son muy morochos,
la mayoría. Alguno de clase media blanquito, pero hay mucho negro, morocho. Después
en la semana el quilombo será armado por la voz de un periodista, que se queja
de que no aparece el hijo, y después se vuelve a quejar. Queja y queja por que
apareció el cuerpo del pibe, pero unos días después, por el olor a podrido, el
olor de mierda y carne. Esos hablaron, a los negros no escuchás nunca, y
siempre viajan muchos Paragua Peruca Bolita en dicho tren. Estaba en el cuarto
piso. No era muy alto, pero se mareó un poco al asomarse para abajo. Efecto del
pedo tal vez. Efecto de pensar en guita y en culo dirán. “A ver ponéle precio a
éste culito”… Y el Mago daba unos meneos. Todos rieron, Merlito también.”Cada
hombre tiene su precio” decía Napoleón o un viejo idiota y loco que nadaba en
el club de cerca de mi casa” dijo Rolando. “¿Queda algo?”: un borracho.
“Vodka”. Uno ya se había levantado tambaleándose y vomitaba en paz en el baño.
El efecto era sano, todos sentían el vomito pero nadie lo olía, ya había mucho
buen olor a cigarrillo que tapaba el olor a alcohol. Uno rubio que había estado
callado, se acomodó contra la pared. Estaba al lado del maniquí con el que Kita
diseñaba su ropa. El rubio acariciaba una pierna del maniquí, la pierna
izquierda. Habló Saturno, rubio: “el mercado del sexo da buena guita”. “Claro,
los puteríos dan buena guita eso lo sabe todo el mundo”, dijeron los borrachos,
que además de borrachos eran expertos en putas; “gastamos más en putas que en
cigarrillos o escabio”. Y rieron. A Kita le resultó algo vulgar la frase. Ya la
reunión iba alejándose del mínimo decoro siempre mantenido, casi siempre, en un
grupo de amigos. “No; es otra rama de la prostitución”. ¿Y vos qué sabés de las
ramas? Dijo inquisitorial la novia amarreta armando el último tabaco.”Digo que
yo vendí”. Ahora todos miraban a Saturno, lo miraban como se miraría a un héroe
o a un condenado, en una similitud que nadie podría diferenciar. “Hice buena
guita, de buen hecho, buena guita”. “Contá” dijo el coro. “Cuento que cuando me
quedé sin laburo hará unos tres, cuatro meses, hará ese tiempo más tiempo
menos, me dieron una indemnización de mierda, una mierda de hecho. Viví unos
meses sin pedirle guitarra a mi viejo. El problema fue que me quería comprar
una guitarra”. ”¡Qué manera de gutashrrear!”, dijo Felli, ya borracho.” Vos
guitarreás más ahora por borracho y boludón”, dijo el coro de borrachos. “No es
guitarreo digo, no es de boludón, contesto. Es cierto”. Merlito volvía ahora a
la ventana, a la ventana balcón, al balcón ventana y escuchaba el vientito y
voz del rubio Saturno”.” ¿Cuento? ¿O por boludón me boludean?”.”¡Contá contá!”,
dijo el coro. “Ahora que el decoro prohibió el 59, hay códigos de prostitución,
hay paginitas que funcionan a modo, en internet y en diarios también, hay que
saber leer los códigos nomás.” ¡Decílo a nosotros!”: los borrachos. “es un
portal de venta, sólo que filtrado se mandan las transas y, ahora: las putas,
el garche y…”¡Qué de cositas habrá no!”, dijeron a coro borrachos y coro.”¿Y?
¡Seguí!” “¡Contá contá!”. “Entré por entrar por ver como quien no sabiendo la
cosa, entra y prueba. Como uno haría con el culo de natural, si para putón
probase sin vender… Y… gustase tal vez. ¿No?”. Merlito en la ventana estaba
atento, ya no serio; se apoyaba y sentía el frasquete en la espalda, entrándole
por la parte de arriba del culo de la remera. ”El asunto es que dejé mi mail
nomás, ahí no dejás nada más un mail, te hacés uno nuevo, te recomiendan, para
que no te empiecen a joder. Me contactaron ése mismo día. Engorroso fue, el
contestar mails y mails, recuerden que acá es como por especies, no hay textito
que presente, la acción es al dialogar. Chamán me sentí de la magia que tuve
que hacer, para que no me jodieran los putones viejos con fotos de pijas y
culos. Me sorprendió, sí, y gratamente, ver cuánta cantidad había de mamitas
que pedían pibes. Mamitas como la de ustedes o la mía. Así, mamitas, esos
cuerpos lejos de lo que sería una joven o una puta. Una puta no es nunca una
mamita. Mamita es mamá”. Kita miró rápido a Merlito: Merlito en la ventana
seguía. “¡Ah dormimos rubio!” Dijo el coro y los borrachos ya bostezando.”¡No
hay puchos no hay escabio!” dijo el coro de borrachos. “Los precios, uno se da
cuenta de que son mamitas por los precios, pagan mucho, esto no es puterío ni
prostitución: son mamitas pagando por carne parecida a la de los hijos. Y pagan
mucho, y es sólo a domicilio, de tarde, cuando no hay nadie, ni los chicos, o
un finde que quedan solas por que el marido se fue a Uruguay o a Brasil para
averiguar precios contactar proveedores de máquinas: son todos todos todos
gerentes de producción, o gerentes de gerencia, y siempre necesitan saber
precios de máquinas en Brasil o Uruguay”. “¡Uruguayos de mierda y macacos
putos!” dijo un borracho y muchos asintieron. “Arreglos por mail, arreglos de
lugar. La casa grande, blanca, muy blanca, la cama blanca, la foto de papito en
la mesita de luz. Feo papi, ella linda” “¡Qué lindo!” dijo el coro prendido al
tono del rubio Saturno al hablar de la mamita. “Entré nervioso, hubo que pelar,
y yo nunca pelé así para vender, eso sí, la guitarra primero en la mesa”.”
Mesita de luz”. “¡Siempre siempre se aprende algo! “dijo el coro de
borrachos.”Y así…”.”¿Ven?” dijo Merlito, “Éste vendió, pero no vendió el culo”.
“¿Y vos Merlito por cuanto vendés el culo?” preguntó malicioso Rolando. Merlito
miraba al coro, al coro de borrachos y a Kita. La cara de liebre de Kita
parecía dispuesta a no ofenderse siempre y cuando el precio fuera bueno. Estaba
ahora de nuevo mirando para afuera, por la ventana balcón, el balcón ventana.
Trató de concentrarse, de no pensar en la sangre chorreando por el piso de la
estación de Once, en las sirenas y el cuerpo aplastado, planchado contra el
metal y la madera viejas, añejas. El hedor como en Tenochtitlan. Dijo merlito:
“miren, por un millón…” “Por un millón lo entregás a un viejo feo, y hasta te
lo hacés de vuelta, nuevito cero caeme”, dijo el Mago.
Luego el coro, de borrachos todos, preguntó: “¿entonces Saturno? ¿Cuánto
cobraste?”.”Y.. ¿No vieron la flor de guitarra que me compré?”. Merlito sentía
el efecto doppler, Kita lo miraba decepcionada. Después, antes de que alguien
más empezara a vomitar o se decidieran a hacer vaquita para puchos una voz
dijo: “aunque sea un tren, un tren, nomás te pido”. La novia amarreta echaba el
humo del último tabaco holandés.
L. Serrano. Septiembre 2012.
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