Picada Molto completa del disco Molto, de Molto
Molto ha editado ,hace apenas unos días, en cd y virtualmente, su primer disco. El disco se llama como la banda. Mientras lo escuché fui escribiendo acerca de cada canción y lo que sentía o veía en el sonido de cada una. Es una picada, como las que hace Leo Rodríguez en Aspen, un pequeño homenaje a esa radio que pasa música muy buena todo el día, aunque unicamente en inglés y aunque mucha gente diga que es una mierda. Ahí va el disco Molto de Molto.
Café:
Las guitarras aquí suenan bien filosas, y Café bien podría
haberse llamado el disco. Ya encontramos concentrado y bastante resumido
el germen de Molto, lo que irá apareciendo y desapareciendo en las demás canciones.
La forma es cambiante, pero menos de lo que parece. El riff del comienzo que a
veces se va doblando en velocidad, es lindo por lo esquizofrénico y setentoso. Ah
sí, un tanto pescaderil... Pero no
tanto: eso es lo bueno. Quizás Café sería la perfecta banda sonora de aquel
libro sobre un loco filósofo que bien puede descubrir la lógica enferma del
mundo. Una lógica que es aparentemente real pero que no cubre otra cosa que
ficticias mentiras. Él, el loco, sí sabe cómo funciona todo y es lo que descubre
cada mañana, cada tarde, cada día detrás de esa taza de café: la mentira de un
Dios, lo absurdo de un mundo, lo payasesco de querer ir hacia la insólita luna.
Esta lucha de un “asno” , de filoso
clima rockero y esquizo, pero por ser lucha de “asno” no es menos lucha o,
menos verdad. La Echo sonando al final, es casi una nueva biblia para los
Molto. (Esta canción es para mover la cabeza , mientras se toma un café ginebra
y pasan el noticiero de T.N. en la tele del bar).
Moltango (la primera
vez):
El contenido lírico es hermoso, habla el sueño que se
despierta, comprende al mundo. Este sueño crece –podría ser un hombre- pero hay
un niño que sueña y sueña el sueño y lucha contra este aparente mundo:
“(P)ero el sueño nunca despertó.
No te quieras levantar,
donde quieras, es igual
sé que hay un niño en mi llorar
se está portando mal.”
No te quieras levantar,
donde quieras, es igual
sé que hay un niño en mi llorar
se está portando mal.”
La filiación tanguera no es única por la cita a
Piazzolla que va y vuelve durante todo
el tema, sino por lo que recuerda uno -en ese gen argentino que habita detrás
de cada ojo argentino- de la letra de Discepolo que sentenció que todo sería
siempre un gran cambalache ; y es así:
“el mundo fue y será una porquería”…
Especies en extinción:
Esta canción me resulta extrañamente ricotera… El comienzo con aires de ska y el bajo bien
poderoso ayuda mucho a entrar en una de las mejores letras del disco. Una de
las canciones más producidas, e interesantes. ¡Ah! Debo decir que como bien
dice la letra “es la humanidad sabés, / ¡este molto mambo!” : hay algo que me gusta
y no me gusta, algo incómodo… Quizás sea
la oscura verdad que detecto de fondo; esa que dice, y uno lo entiende con las
percusiones finales, que:
“(E)s el nuevo humor
la contradicción
¡en el espacio puede ser mejor!
En este mundo, todo de cabeza
la gente come con el televisor (.)”
la contradicción
¡en el espacio puede ser mejor!
En este mundo, todo de cabeza
la gente come con el televisor (.)”
Zamba:
Si Especies en extinción, es la canción que menos me gusta,
o la que en la incómoda verdad que transmite, le soy tontamente reacio, la Zamba es mi preferida del
disco.
Primero, la letra es poéticamente hermosa y plagada de
hermosas imágenes. Tales como aquel “silencio de barrio” o esa “siesta que no
vuelve a dormir”; son vistas melancólicas que se sienten en la atmósfera de la
canción. La interpretación de Abadal es escalofriante –por el matiz y por el caudal
de su voz-; La instrumentación es delicada, mata la batería, mata la guitarra
española, mata el solo de bajo con djembe(¿es eso un djembe?) de fonto, mata el solo a lo Gilmour,
doblado y tocado al palo, sin miedo a estirar las cuerdas; el final emociona,
por el estribillo y por la voz que sufre resignada, que quiere olvidar a través
del canto:
“Dame hermano este baile
para alegrar este día
para alegrar este día
que cante ya tu guitarra
Dame hermano un recuerdo
para olvidar ese día
que cante ya tu guitarra.”
para olvidar ese día
que cante ya tu guitarra.”
La Zamba es la canción de la canción, metida en la canción.
De tu cuerpo con el
mundo:
Todo gran disco debe tener algo oscuro. En Molto la máxima
sería: todo gran disco debe tener algo oscuro y filosófico: “o finge que es
mentira/ o miente que es verdad”. Del retruécano
hermoso nace este “hombre nada especial” que “retuerce la realidad”. Aquí viene
Molto con su arsenal de guitarras zarpadas y cambios circenses de ritmos sumados
a punteos trastornados…aquí viene Molto.
Si en Café está el germen de Molto; en los once minutos, diez y nueve segundos
de De tu cuerpo con el mundo está la planta cuando ya germinó hace rato y
madura nos ofrece su violeta –y violenta- solidez lírico-musical. ¿Quien puede
hacer una cita de Piazolla y de Led Zepellin y salir bien parado? Nadie
excepto Molto. El final apoteósico con la batería jugando a asesinar a cualquier
baterista tibiecito… Y por si fuera poco: ¡las voces de los muchachos hablando
al final de la toma como si hubiesen grabado una cosita, una cosita así nomás!
Moltango ( la segunda
vez):
Aquí el grupo se explaya. Como dicen esas profesoras de plástica
en la primaria: “ahora chicos expláyense en la hoja”… Y nadie sabe qué es
explayarse en una hoja. Molto tira bronces y ¿serán sintetizadores o las guitarras
que fueron sintetizadas? Huelo a que son las guitarras efectosas que se pegan
chiclosas justo en el medio de la cabeza, justo en el medio de la mezcla. Un
track divertido que quiebra –acertadamente,
para mi gusto y aprovechando a meter lindos arreglos- lo que
hubiese sido una canción elefante innecesaria en este disco que a esta altura
de la escucha ya es bastante necesario para la vida.
Canción de protesta:
Si todas las canciones de protesta fueran como ésta Canción
de protesta, el mundo sería mejor. Ya que aquí, la política y la ideología de Molto
se vuelve de un inconformismo sano totalmente tierno que protesta con autoridad
chacarera diciendo: “¡voy a cantar mi capricho!” carajo ( eso lo digo yo). La
canción es hermosa y totalmente extraordinaria. Por un lado, cuenta con un
comienzo tan tierno y arpegiado que no que no se condice nada con el paranoico –artístico,
collagero y ruidoso- final en tensión perpetua.
Carneval:
La última canción es lingüísticamente casi un carnaval, pero
la e en vez de la a ya es todo un indicio de conflicto…Este Carneval, esta
chica valsera que enamora, esta música con mucho espacio y aire, proponen un
juego nocturno plagado de deseo y de antitética “dual soledad”. Aparece a veces
un sintetizador que molesta al “cisne boreal”. Lo que era un verdadero vals
carnavalesco, de pronto frena, al minuto tres y cincuenta y pico, bajando la
intensidad. Un recurso que Molto domina a la perfección y que usa muy bien para
poder ir subiendo y subiendo a alturas que son siempre, más altas que donde
comienzan las canciones. Ahora bien, es el final. El disco termina de forma
inteligente tanto en lo musical como en lo lírico. La coda se va comiendo la cola
entre voces, guitarras, rulos de batería y moogs ambientales, hasta frenar con
los platillos que nos recuerdan que en
el fin, todo era o es un “cuento”, que así “nació lento, este carnevals” y que todo
termina y cuando uno se ve en otro descubre perplejo que “ solo quedan dos
burbujas”…
Esta picada sabrosa no es más que lo que es al leerla: un
compendio impresionista, por no decir surrealista de lo que alguien siente o
puede dilucidar al escuchar un disco. Disco, digo, que obviamente gustó…Por eso a
escucharlo cada uno aquí:
Post picada y secretos
Una mía: los tres mejores temas: Zamba, Café, y De tu cuerpo
con el mundo. Imagino un gran video para la canción Zamba y como soy malo no
voy a andar contándolo. Si alguien quiere filmarlo arreglamos, soy caro. Otra: canto fuerte el estribillo de Zamba y a veces imagino
que Abadal es una especie de Negra Sosa pero mucho más piola y no tan ortiba para
con la nasalidad de Cerati.
Uno y varios datos de Sebastián Rodríguez Morell (quien mezcló y masterizó el
disco). Toca el sintetizador en Carneval y me contó así medio como al oído que “en
realidad los efectos ( de la mezcla) los
toqu(ó) todos en vivo, porque es mezcla a la antigua, solo que con soporte
digital en vez de magnético. Estos son datos que pueden ser útiles”, dijo Rodríguez Morell. A lo que sugerí que el disco tenía una mística muy humana. No
tardó en continuarme el delirio ya que, él afirma que “se siente algo muy
humano. El misticismo Molto lo tiene por
si mismo. Yo quizás trate de potenciarlo desde mi aporte; pero son ellos, todo
es generado por ellos”.
Molto, Mística, Música
Molto nos cuenta acerca de su disco lo siguiente:
“La
Magia Zapán da inicio con su cohorte de acordes y melodías
armoniosas. Lo que pasa en realidad, es que esto que está acá es la música de
un juguete que encontramos cierta vez, cuando dementes salímos a cabalgar por
las calles de Buenos Aires. La esmirriada sonrisa de la marioneta se nos hizo
perfecta, y en ese bailar constante que sucede entre la tristeza y la alegría,
brotó de nuestros dedos este balanceo lleno de parches, este carnevals de
cuerpos y juegos, esta infancia en el pecho y toda la impotencia de ser
asediados por una mano blanca torpe que inhibe nuestras historias.
Instrucciones: Escuchar y bailar siempre que se pueda. No arrepentirse de haberlo hecho. Comer y escuchar Molto a la vez puede quedar bien y ser nutritivo; para dormir ya no es muy recomendable. Varias de las canciones son aptas para acompañar durante el sexo o una pelea callejera, no hay gran cosa de diferencia. Evitar escuchar Molto frente a un espejo. Para correr está bueno. Es como una buena pizza y va bien para el bajón o el bar. Y de nuevo, no arrepentirse de haberlo hecho.”
Instrucciones: Escuchar y bailar siempre que se pueda. No arrepentirse de haberlo hecho. Comer y escuchar Molto a la vez puede quedar bien y ser nutritivo; para dormir ya no es muy recomendable. Varias de las canciones son aptas para acompañar durante el sexo o una pelea callejera, no hay gran cosa de diferencia. Evitar escuchar Molto frente a un espejo. Para correr está bueno. Es como una buena pizza y va bien para el bajón o el bar. Y de nuevo, no arrepentirse de haberlo hecho.”
Cierro pensando en que el número ocho, es decir ocho
canciones es el ideal de un disco a lo vinilo:
cuatro de un lado –una siesta-, cuatro del otro- unos mates- y listo.
Ladislao Serrano, martes 5 de marzo de 2013
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